Afecto, explotación y resistencia: el día a día de las trabajadoras domésticas
Este artículo aborda la centralidad del trabajo doméstico y de cuidados, históricamente visto como “no productivo”, pero que es esencial para la economía y la reproducción de la vida. En Brasil, hay 6.4 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos; el 93.5% de ellos son mujeres, la mayoría de ellas negras, pobres y con baja escolaridad. En Ouro Fino e Inconfidentes, en el estado de Minas Gerais, las autoras escucharon a 18 trabajadoras por día y por mes que narran sus rutinas marcadas por múltiples jornadas entre casas de familia, el campo, el crochet y trabajos ocasionales.
Las entrevistas evidencian un inicio temprano en el trabajo, muchas veces en la infancia, la informalidad predominante y la sobrecarga que se extiende desde el empleo a sus propias casas. A pesar de los avances legales, como la PEC das Domésticas (2013) y la Ley Complementaria n.º 150 (2015), el sector todavía convive con salarios bajos, la ausencia de contratos claros y la explotación emocional.
La pandemia de la Covid-19 agravó las desigualdades: algunas fueron despedidas, otras vieron sus tareas intensificadas sin garantías de protección. El afecto, citado como parte del día a día laboral, no elimina la jerarquía entre patronas y empleadas, que frecuentemente está atravesada por el racismo y el sexismo.
Las mujeres entrevistadas relatan largos desplazamientos, agotamiento y falta de tiempo para el estudio, el ocio y la participación política. Aun así, manifiestan deseos de estudiar, emprender y conseguir la jubilación. El estudio concluye que el trabajo doméstico es la “costura” que sostiene la vida cotidiana y la economía, pero sigue siendo invisibilizado, precarizado y poco valorado.
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